viernes, 3 de octubre de 2008

IMPREGNAR O SER

El sol bate imperial contra la copa del árbol. Desde abajo puedo elegir entre estar dentro o estar fuera de sus magnánime sombra. Estoy fuera, mirando hacia arriba, esperando. A mis pies varios mangos maduros yacen carcomidos por algún animal nocturno. Hago apuestas conmigo misma intentando adivinar cual será el próximo mango en caer. Voy a esperar para verlo, no tengo prisa, no tengo nada que hacer. Pasa el tiempo y la sombra del árbol crece desproporcionadamente atrapándome, uniéndome a él. De pronto lo oigo, viene de dentro, algo se mueve, ¡rápido!Aparece bajo las ramas y cae. Corro hacia él y lo sujeto entre las manos. El fruto desprende zumo de una pequeña abertura producida por el impacto, no puedo evitar sonreir sensualmente mientras los dedos se impregnan del goloso líquido. Llevo la sugerente ranura hasta los labios y absorbo el zumo interior; paso la lengua suavemente y la dulzura combina extraña con el pegajoso amargor de la savia incrustada. Casi con desespero rasgo la piel del mango y enfrento su jugosa carne entre mis manos. Es ardor, es deseo, es impulso lo que me lleva a sumergir hasta la nariz devorando el manjar. El jugoso anaranjado resbala entre mis manos deslizándose entre mis brazos; escurre por el cuello y el pecho salpicando pícaramente la inmaculada camisa que llevo puesta. Es con desespero que muerdo y palpo, lamo y beso la esencia del árbol que me cobija. Voy royendo hasta alcanzar el hueso. Una semilla enorme. Aún esta caliente. La sujeto entre los labios... se me antoja obsceno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Exactamente lo mismo hacías con lo churretones del café que se deslizaban taza abajo en el café olé...
así que no me sorprende ;P

muchos besos anaranjados