domingo, 9 de noviembre de 2008

Manáos


Mestiza de piel brillante y ojos almendrados peina su larga cabellera a través del río negro. Cierta calma la habita pese al caos generado por su crecimiento descontrolado.

Fue bautizada con el nombre de otros, una tribu que habitaba la selva que aquí había antes de las calles empedradas, la arquitectura art decó y los aires parisinos. Trabajaban el latex que emana de los árboles siringueiros y compartieron su secreto con los extranjeros. Después decidieron que no querían mezclarse con ellos y huyeron en busca de otro lugar en la inmensidad amazónica.

Hoy Manáos se llama Manaus. Queda el recuerdo de su centro histórico desgastado y en la ciudad moderna se plantan rascacielos entre la frondosa vegetación. Hoy hace calor y se ultiman los preparativos para la inauguración del V festival de Cine de aventuras. Un teatro en la plaza y un documental de Chico Buarque al aire libre. Zumos de frutas y retrospectivas de Machado de Assis en la antigua casa colonial de un importante empresario. Un joven de mirada profunda, y cierto desconsuelo, pide limosna ante el infortunio de ser limpiabotas en un país dónde casi todos andan con sandalias.

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