Hace tiempo que observo con
envidia a las vacas y ovejas que pastan en la chacra de mi vecino. Algunas
parieron el mismo día que se inició la
primavera, otras esperaron a que el sol les calentase el lomo y otras
aún caminan con las ubres enormes y la panza llena de vida.
-Aquella ya ha roto
aguas, se te adelantó -me dice Pancho señalando una vaca cualquiera entre las
demás.
La miro, pasta tranquila, muge (no se si porque algo interno está a punto de
aparecer o porque quiere expresar cualquier otro sentimiento) nadie la obliga a
nada, nadie la molesta ni le mete prisas. No se le acercan otras vacas a
decirle lo mal que lo va a pasar y lo mucho que le va a doler. Nadie le pide
que se suba a una escalera estrecha, que se siente con las patas hacia arriba y
que empuje cuando el veterinario le diga. Nadie espera que una vaca pueda
entender lo absurdo, lo impositivo y lo ridículo de que el veterinario tenga
que estar cómodo para recibir a la
ternera. Nadie. Y la vaca también corre riesgos (como nosotras, aproximadamente
entre el 1 y el 2% de los partos) y también tiene a alguien velando por su
seguridad, solo que está lejos y trata de no molestarle, le acompaña a su
ritmo. No hay ningún ecologista fanático que en nombre de la lucha contra “el
sufrimiento animal” se le ocurra ponerle goteo y epidural para hacerle “más
fácil” el momento. Tampoco sé cuantas vacas lo pedirían si pudiesen hacerlo. Pero
ahí está Pancho, atento en la distancia, esperando a ver cuando nace el
ternero. También están las otras vacas y toros, que huelen la llegada de
un nuevo miembro a la manada y, sin abandonar sus tareas diarias (pastar,
pastar, pastar), protegen a la vaca, para que esté tranquila, para que nadie la
agreda, para que los riesgos de la vida cotidiana no le molesten, la
supervivencia de la manada es un trabajo en conjunto, sin jerarquías, y nadie
pide cuentas por ello.
Envidio a la vaca y admiro
la humildad del veterinario de Pancho que se arrodillará sin complejos ante la
vaca para ayudarle si en algo se complica el parto, si no, la dejará hacer, escondido entre los árboles, permitiendole a la naturaleza operar su milagro.
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