viernes, 30 de noviembre de 2012

Dejarse la Piel


Pasan los días y las ansiedades crecen. Las ganas de verle la cara, de abrazarla, calentarla y amamantarla se multiplican exponencialmente aunque la pena de perder la panza y despojarla de ese paraíso no mengua.
Aún estamos en fabulosa fecha aunque médicos y opinólogos hacen mella en nuestras ansiedades y tratan de meternos prisa. Pero ella no esta dispuesta a recibir más órdenes que las de su propia naturaleza y sigue bañándose calentita en las profundas lagunas del universo que habita. ¿Puede culparse a alguien por no querer abandonar la felicidad eterna?
Pero la presión externa no cesa y hoy hemos decidido mirar para  ver si estaba todo bien. Con un caleidoscopio hemos hecho una ecografía y al entrar sin llamar en la cueva la hemos pillado cambiándose de piel. La abrupta irrupción la ha dejado boquiabierta y algo asustada -“no se entra sin llamar”, ha dicho- pero después, al reconocernos, nos ha explicado que se está preparando. Abandona sus pieles de dragón y decide aparecer como niña de brillante mirada y enorme corazón intrépido.

-Acicalarse lleva su tiempo –ha expresado segura de sí misma.
Y mientras corría los velos que la devolvían a su intimidad ha lanzado un “hasta enseguida”.
Seguimos esperando.




1 comentario:

ceiba dijo...

ya estoy acá!! preparada para la llegda de la niña dragón! muaaa