Un pequeño fuego en una ciudad dormida, sirimiri y un homenaje al sol.
Allá era noche de Akelarre, acá comenzaba el invierno. Las costumbres se morían de ganas, las amarguras querían ser quemadas y las sonrisas se arrancaron en carcajadas. De pronto nos olvidamos del tiempo, del lugar, del entorno, de quiénes erámos. Y simplemente nos dejamos llevar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario